lunes, 14 de junio de 2010

TRIATLÓN CANAL DE CASTILLA (Medina de Rioseco)

Ya puedo decir que he ido el primero en un triatlón. Con esto ya me ha merecido la pena tomar la decisión de ir al triatlón a pesar de que durante la semana y el mismo día por la mañana me parecía imposible.

El caso es que el miércoles pasado me levante por la mañana escupiendo unas flemas estupendas que me anunciaban por lo menos un buen catarro. Así fue, durante la semana estuve goteando permanentemente por las fosas nasales y el sábado me levanté además con fuerte dolor de cabeza y unas decimas de fiebre.

Lo normal hubiera sido no ir al triatlón, sobre todo teniendo en cuenta el día tan revuelto que hacía, pero pensando que si me quedaba en casa iba a estar más agobiado tomé la decisión de ir y hacerlo lo mejor posible. Me cargo de fármacos y al tajo.

Nada más meterme en el agua la fiebre me debió de bajar "ipso facto", ya que estaba helada. Esta vez me pongo en primera fila en la salida, sabía que iba a nadar rápido aunque solo sea por lo fría que estaba el agua. Salgo los primeros 200 metros a tope y no veo a nadie delante, aunque supongo que Guillermo y algún otro ya me han sacado tanto que no los veo. Tiro un rato hasta casi la primera boya, donde me pasa Jesús Herrezuelo –aunque no me dí cuenta hasta el final que era él- y se pone a tirar prácticamente hasta el final. Yo detrás encantado de la vida.

En la segunda vuelta y llegando al giro de la boya de retorno veo por la derecha asomando a mi compañero de equipo José Bermejo –inconfundible con su mano derecha torcida entrando en el agua-. Veo que intenta hacerme la 3-14 para coger la boya antes que yo, pero le cierro y le toca esperar. De todas maneras viene fuerte y pronto se pone el primero, le cojo los pies y salgo del agua detrás de él, luego Herre, que aunque le castigamos a tirar casi todo el recorrido, tuvo su recompensa ya que al final ganó la carrera. Por delante y por detrás no tenía ni idea de cómo estaba el tema, ni de cuántos éramos, porque solo había visto a dos nadadores en toda la sección, que por cierto termino bastante cómodo aunque con las pulsaciones altas por el último tirón y los nervios de la T1.

La transición mal, el casco que no me abrochaba, el neopreno que no sale. Aún así salgo delate de Herre y Bermejo, pero hay otros dos invitados de negro que veo delante. Al final con Pedro Hervás que llega por detrás formamos un grupo de 6 que pronto incrementamos a 7 al coger a otro, de negro también, que iba por delante.

Ya solo queda delante Guillermo, en el primer cruce vemos que nos saca mucho pero parecía imposible que se hiciera los 40 km solo. Así fue, aguantó mucho pero en el km 30 lo cogimos.

En el grupo las cosas no iban ni bien ni mal, porque aunque había mal rollo siempre, y todos protestaban por una cosa o por otra, lo cierto es que el ritmo era bueno y no había parones. Los de negro se quejaban mucho y es que cada uno tiene una carrera en su mente y según sus posibilidades, pero en general se pasaba a tirar cada uno dentro de sus fuerzas y estrategías, algo que los triatletas que van bien en bici generalmente no entienden. Había también muchos tirones por parte del más fuerte del grupo, lo que rompía el ritmo y nos impedía a los que íbamos más justos seguir pasando al relevo de una manera continuada. Los últimos 10 kilómetros ya con Gullermo en el grupo y con el aire a favor, se multiplicaron los tirones en los que llegábamos a 55 km/h. A ellos se sumo Bermejo, que hasta entonces había estado soprendentemente tranquilo, pero nadie consiguió irse y entramos todos juntos en la T2.

En todos los triatlones hago una cagadita. Aquí me metí por el pasillo que no era para dejar la bici, así que vuelta para atrás. Por supuesto salgo el último destacado y desde el primer momento veo que los virus empiezan a hacer su trabajo. No voy y no voy. No hay vuelta de hoja, voy a más de 4’20’’ y con flato en los dos lados. Delante solo veo a Guillermo que se aleja cada vez más. Ya solo me preocupan los de atrás, no veo a nadie al principio pero sobre el km 4 me caza uno de azul que iba como un rayo. En la segunda vuelta se suma a la fiesta una ampolla en el pié y sobre el km 8 me pasa también Carlos Merino, aunque los dos cazamos a Guillermo que se queja de la pierna cuando le paso. En el último km me pilla Oscar –de Cuéllar- al que decido pegarme porque si no veo que me hundo y me pasa hasta el tato. Aguanto más o menos bien y en la cuesta del final me entran fuerzas no sé de donde y pego un tirón que me sirve para ganarle el esprint (ver foto).

Al final quedo el noveno de la general y el segundo de veteranos. Un buen resultado que podía haber sido al menos un quinto ó sexto si los virus no me hubieran mermado y me centro un poco en las transiciones.

Por último y como curiosidad, decir que el podium de veteranos que se ve en la primera foto fue el mismo que se ha repetido el muchos campeonatos de squash de hace 8 años: José Bermejo, David Lázaro y Javier Cid, además normalmente por el mismo orden. Voy a tener que ir pensando en un artículo entre la relación del triatlón con el squash, porque además hay algún retirado más por ahí que corre que se las pela.

TRIATLÓN CROS DE ZARZA DE GRANADILLA (Campeonato de España)



Breve historia de un despropósito:

1ª.- El jueves anterior a la prueba me doy cuenta de que estoy apuntado en élite, supongo que por error mío. Llamo a la federación para que me cambien a grupos de edad y me dicen que ya no se puede. Después de mucho pelear vía e-mail, les comunico que no voy y solicito la devolución de la inscripción. Una vez reestructurado mi fin de semana, el viernes por la tarde me llaman y me dicen que si que puedo correr en grupos de edad. ¡No hay nada mejor que tocar el bolsillo para que te hagan caso¡.

2ª.- El sábado llego con mucho tiempo, pero no se ocurre dar una vuelta al circuito de bici. Craso error, el circuito era técnico y muy bacheado, con lo que voy toda la carrera asustando y dando unos botes tremendos, puesto que la presión de las ruedas las llevaba demasiado alta. ¡Un desastre!, me pasaron hasta los caracoles.

3ª.- En la carrera a pie voy perdidísimo con tantas vueltas y gente corriendo por todas partes a la vez, tan perdido estoy que tengo que preguntar a uno que acabo de adelantar que si entrabamos ya. Me dice que si, así que esprint y para dentro. Poca gente en la llegada, tan poca que no podía ser, ¡había dado una vuelta de menos¡. Resultó que aquel al que pregunté llevaba una vuelta más que yo. ¡Como iba a pensar que alguien a quien adelanto corriendo, con lo paquetillo soy, llevaba una vuelta más que yo¡

4ª.- Cuando llego a casa me doy cuenta de que mis zapatillas de correr no están en mi mochila. Tras varios intentos telefónicos por encontrarlas, las doy por perdidas definitivamente.

Moraleja: Lo que mal empieza mal acaba.